domingo, 20 de abril de 2014

A las mujeres víctimas del aborto y a sus bebés no-nacidos




Pétalos de magnolio de hoja caduca (Imagen: Rafael Hernández Urigüen)




POEMA 21 DE FEBRERO DEDICADO A CIENTO VEINTE MIL DE LOS QUE NO NACIERON

(Poema de esperanza para  las mujeres víctimas del aborto y a sus bebés no-nacidos)

Introducción:
Perdonad mi turbación a un mes de la primavera, este viernes 21 de febrero, el aroma de mimosas prematuras y tantos magnolios desprendidos de sus pétalos perfumados, han trastornado mi habla. Hoy, desmañado, balbuceo palabras entrecortadas. Presto mi voz temblorosa a los más de cien mil no nacidos; camino por las aceras  y esquivo pisar las rosas que se esparcen por el suelo pues me evocan la belleza de sus almas.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
Tu chico el machito perfumado te ha dejado embarazada entre aromas de Loewe.
Diseñasteis la aventura hace tiempo.
Te apetecía  lo  nuevo y excitante.
Deseabas ser distinta y rompedora.
Él no quiso protección (así llaman al condón sus puritanos… mentores).
Porque prefirió sentir a su manera sensations,
diferentes y al instante.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
Mi querida durmiente asfixiada por manzanas del marketing y las fashions que os convierten en  esclavas.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
Los Cuarenta principales  y unas series te  comieron la cabeza con el sexo.
Tu chico que es bueno y comprensivo (su mamá decía que ni fumaba ni bebía ni tampoco era muy dado a las drogas) hoy te empuja a abortar en cuanto puedas.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
Su amá y su aitá corren con todo, “no  gastarás ni medio euro”. “Tampoco”, dicen, “sufrirás  nada”.
La psicóloga, matrona y esa cirujana de voz suave melosa  y persuasiva proceden y te arrancan en silencio la joya que tus entrañas celaban,  el tesoro de una vida en crecimiento.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
Tu chico el machito perfumado acaba de librarse de  tu peso.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
Tus entrañas empiezan a enfriarse y una nada insoportable, poco a poco, avanza matándote por dentro.
Como un Doner kebab de Amara zaharra, a las cuatro  en punto de la tarde, tu vientre cálido y fecundo se marchita, poco a poco, vacío seco y yermo.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
Sola, sola, sola, nadie quiso ir contigo, susurrarte palabras, infundirte algo del humano aliento; para acoger aquella criatura darte una mano, esku bat emateko, y dejar que fueras madre… plenitud de mujer  y sentimientos.

¡Buenos días, egun on, mi princesa Blanca Nieves!
¿Verdad que no volverán a engatusarte? Te acompañamos muchos con afecto ilimitado hacia la vida que anhelas sin saberlo

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!.
Llegaste a esta  Europa sola y fría huyendo del hambre de tu pueblo.
Tu ilusión fue quedando congelada mientras  ellos te explotaban sin remedio.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
Encontraste un poco de calor con otras cuatro confinadas en la misma habitación.
El casero  sólo doscientos euros al mes a cada  una cobraba, además  a tocateja, cuatro cuartos en el piso de su amona hacinaban hasta dieciséis, obteniendo únicamente… tres mil doscientos.
Os hacía un gran favor, aseguraba, su meliflua voz de limosnero.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
Qué buen ciudadano el casero solidario, progresista hasta el extremo, antirracista de boca, indignado por el hambre y la pobreza, activista antisistema, catador del Armagnac, Chivas, e ibérico.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
Tus amigas te invitan hoy para ir de fiesta.
El local vibra con la salsa, el calor sube y sube en el ambiente…
Y ya sin casi darte cuenta un matón de discoteca en sus brazos te retiene.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
Mi princesa Pocahontas unas copas de más te van llevando al lugar que ni imaginabas ni tú quieres.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
Notas ya que tu bebito empieza y te hace sentir madre. Mamá dulce amorosa… mami entrañablemente tierna.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
El macho no asume ser padre y como es bueno promete subvencionarte un aborto, eso sí, garantizado.
Tú no sabes qué hacer, pero eres arrastrada a la fuerza y en la Plaza Easo, Askabide un local que apesta a Auschwitz, en poco tiempo, te arranca la vida que comienza.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
Sola y con el alma hecha jirones, lloras mientras cuidas de un anciano. Es el aitona del  casero.
Mientras le cambias sus dodotis todo apesta a engaño, el de tu chico el casero y los médicos.
Nadie quiso acompañarte te ocultaron la belleza de ser madre.

¡Buenos días, good morning, mi princesa Pocahontas!
Amanece hoy 21 de febrero. Salpica el sol rojo, oro y fucsia desde Aia, entre nubes, junto a los gritos silenciosos de ciento veinte mil que no nacieron mientras sus ecos contra las peñas rebotan.
Discuten sobre ellos los políticos para condenar a unos e indultar a los privilegiados que la nueva ley ampara. “¿Ampliamos, restringimos los supuestos?” Vocifera el hemiciclo protegiendo, sobre todo, gestionar bien sus números de votos y el puesto en el Congreso.

¡Buenos días, egun on, good morning, mis princesas Pocahontas, Blanca Nieves!
El fauno barbado y orejudo que sirvió a un bambi-bomba venenoso  escupe sus palabras demagógicas: “Proteger al feto obliga a la mujer a ser madre” afirma sin ponerse colorado. Onintza vocifera con líricas sentencias: "En mi tal y en mi moño mando yo". “Pero, ¡perdón!, señorías”, grita el ángel invisible y silencioso: “¿No contradice el derecho permitir que el niño muera? ¿A quién se le faculta tal bárbara condena?”

¡Buenos días, egun on, good morning, mis princesas Pocahontas, Blanca Nieves!
Entre el rojo, fucsia y oro, Venus se retira a la aurora para avisar a María que teja, cuanto antes, ciento veinte mil chaquetitas con la lana de colores azul rosa que el Cordero Inmaculado regaló a los txikis inocentes. La primicia de su piel santa y pura, flagelada, y cosida al madero, que verdea desde entonces como Árbol de la Vida verdadero.

¡Buenos días, egun on, good morning, mis princesas Pocahontas, Blanca Nieves!
María, Salomé, la Magdalena, e incluso la María de Santiago, no dan ya abasto mientras tejen miles de rebecas: las rosas destinadas a princesas, otras azules para sus hermanos que soñaron de mayores  afeitarse barbas y bigotes en un futuro repleto de ilusiones.

¡Buenos días, egun on, good morning, mis princesas Pocahontas, Blanca Nieves!
Sus pequeñas altezas no serán entronizadas. Sus madres que vivieran no quisieron y los machos, fugitivos perfumados, sudorosos, presionaron ofreciendo ingentes cantidades de dinero.

¡Buenos días, egun on, good morning, mis princesas Pocahontas, Blanca Nieves!
Ciento veinte mil ángeles, al menos, miran sin cesar al Padre eterno. En primera fila, contemplan la Belleza Una y Trina. Ponen voces a los niños no-nacidos del silencio, preparándoles skates de gloria. En las pistas han situado úes gigantes para que 120.000 evolucionen con sus Ollies, Fakiees, Airs, Grinds, Slides e incluso Goofyes. Podrán desarrollar triples mortales sin peligro a perecer, niñas y niños en interminable danza, mientras duermen disfrutando placenteros del Amor que en la tierra no les dieron.

¡Buenos días, egun on, good morning, mis princesas Pocahontas, Blanca Nieves!
Desde el Cielo. Mientras juegan, los infantes os susurran con afecto: “Amá, Mami, ¡Os queremos! Intentad, esta vez, ser muy felices. ¡Acoged las nuevas vidas ya sin miedo”!

¡Buenos días, egun on, good morning, mis princesas Pocahontas, Blanca Nieves!
Cuenta atrás de primavera esperanzada hoy, un viernes 21 de febrero.

Rafael Hernández Urigüen, San Sebastián-Donostia, 21 de febrero de 2014





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